viernes, 26 de mayo de 2017

Vespidae

Sentir el aguijón,
saber que no es real 
y aún sentir el dolor, 
la aguja invisible punzante
incrustada en mi dermis.

La acechanza intranquila y constante
que dìó conmigo en el momento menos esperado.
Caer en un letargo 
y despertar en lugares desconocidos 
con la hoja del fármaco,
que me pudre y asesina
cada vez un poco más.


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