Llévame a donde reside
la inmadurez inocua
desde donde puedo verme
fuera de aquella juguetería
entre tela y espuma.
Alejándome del placebo
que espera en el semáforo,
en busca de las rizadas ideas
que me gustaría abrazar.
Cómprame arcoiris
para repartirlos en Francia,
lugar donde algún desconocido
se llevaría el último.
Me encadenaría a la metáfora
de tu nombre,
sin siquiera pensarlo,
alma nueva.
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