miércoles, 5 de julio de 2017

Autoquiromancia por Miguel Ángel Asturias

Leo en la palma de mi mano, 
Patria, tu dulce geografía. 
Sube la línea de mi vida 
con trazo igual a tus volcanes 
y luego baja como línea 
de corazón hasta mis dedos. 
Mis manos son tu superficie, 
la estampa viva de tu tacto. 
Mapa con montes, montes, montes, 
los llamaré Cuchumatanes, 
como esas cumbres que el zafiro 
del Mar del Sur ve de turquesa. 
El Tacaná, dedo gigante, 
guarde la entrada del asombro 
donde el maíz se vuelve grano 
ya comestible para el hombre, 
cereal humano de tu carne. 
El monte claro de la luna 
es en tu mano lago abuelo 
con doce templos a la orilla. 
De allí partió tu pueblo niño 
-modela, pinta, esculpe, teje- 
a la conquista de la aurora. 
Polvo de luz en la tiniebla, 
línea del sol en la canora 
carne del cuenco de mi mano, 
caracol hondo en que palpitan 
atlantes ríos acolchados 
y otros más rápidos, suicidas. 
Oigo pegando mis oídos 
al mapa vivo de tu suelo 
que llevo aquí, aquí en las manos, 
repicar todas tus campanas, 
parpadear todas tus estrellas. 
Al desposarme con mi tierra 
haced, amigos, mi sortija 
con la luciérnaga más sola. 
La inmensa noche de mi muerte 
duerma mi sien sobre mi mano 
con la luciérnaga más sola.

Miguel Ángel Asturias




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