lunes, 28 de mayo de 2018

Chopin

Apertura.
Los redoblantes marcan el inicio.
La gran mano se asoma a dirigir
las emociones movimiento tras movimiento
hasta estallar en aplausos.
Líneas intersecadas al unísono
titilan notas domesticadas
por los dedos del pianista.
La precisión del oído no permitiría
tan solo un fallo
proveniente del blanco y negro.
Entre el subir y bajar, irónicamente,
encuentran la tranquilidad que alivia sus desvaríos.
Los espectadores, mudos,
sin más se aferran a la escucha.
Creen llegar a la cúspide.
Termina la obra.


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