domingo, 29 de octubre de 2017

Experiencia

"Si alguien me preguntara si me he arrepentido de algo en mi vida, lo último en lo que pensaría sería el amar el arte en todas sus formas."
Alguna vez alguien me había dicho que este arte, es más bien un juego.
Antes de salir a escena le pido a alguien que me pellizque para sentirme viva y saber que todo saldrá bien. La marejada de emociones antes de escuchar alguna acusación suele dejarme sin aliento por segundos que no alcanzo a contar.
Antes de que la tela corra y me deje al descubierto sin más opción que salir a enfrentar el juego al escuchar en el momento justo la palabra que me dé pie para salir caminando. La luz vendaba mis ojos para únicamente dejarme distinguir siluetas entre la  audiencia y se lo agradezco, pues de haberte visto probablemente hubiese tenido que controlar a mis pensamientos para que no saliesen despavoridos a un escondrijo en algún rincón de la consciencia.
En este juego preciso que termina en ajedrez queda en descubierto la putrefacción de la esfera en rotación o más bien la pudrición de mentes y anhelos de los que habitamos sobre ella. Así es cómo logré conocerme un poco más y cómo logré conocer a la humanidad cavando un poco más cerca de la raíz. No me malinterprete pensando que no tengo una buena concepción, pues constituye un aprendizaje del día a día del que siempre saltan recurrencias y revelaciones a la luz.
Mientras allá afuera era otro personaje alterno a mi realidad logré descubrirte, un trozo del gran iceberg que es la personalidad donde residen secretos que ni nosotros mismos sabemos que escondemos. Y allá en la cápsula que encierra a los lunes por la noche conocí a la familia numerosa y diversa que se robó mi corazón en alguno de aquellos intentos de sintonía de cuerpos y mentes que resultó en desinhibirse de barreras propias y colectivas.

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