sábado, 26 de agosto de 2017

Neblina

Tenemos marcas en el cuerpo
de los tiempos 
en los que perseguíamos la neblina, 
guarida del vaivén sobre el asfalto
y de las palmadas bulliciosas,
mientras escuchábamos 
al aguacero 
llegar susurrando
cuando éramos los únicos
en el lugar.
Le lanzamos al cielo 
un grito que lo atravesó
y rebotó en las piedras 
sin tener oído donde llegar.



miércoles, 23 de agosto de 2017

Parad los relojes por William Henry Ogilvie

Parad los relojes y desconectad el teléfono,
dadle un hueso jugoso al perro para que no ladre,
haced callar a los pianos, tocad tambores con sordina,
sacad el ataúd y llamad a las plañideras.

Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje “Él ha muerto”,
ponedles crespones en el cuello a las palomas callejeras,
que los agentes de tráfico lleven guantes negros de
algodón.

Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música.
Pensé que el amor era eterno; estaba equivocado.

Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y podad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.




viernes, 18 de agosto de 2017

Hijos

Al escuchar ese cántico
me traslado al lugar 
donde recordábamos
que no solo somos
hijos de la tierra,
sino de la laguna 
y el mar.
Siempre en movimiento 
y en transferencia de energía, 
que se disipa cada vez más
conforme pierde fuerzas el río,
conforme se rompen conexiones
y la sombra del egoísmo nos alcanza.




miércoles, 16 de agosto de 2017

El poeta obrero por Vladimir Mayakovsky

Gritan al poeta:
“Quisiéramos verte al torno.
¿Los versos?
¡Bobadas!
Eso es para no dar el callo”.
Tal vez
para nosotros
el trabajo
es la tarea más afín.
Yo también soy fábrica,
aunque sin chimeneas,
pero quizá
sin ellas
se pasa peor.
Sé –
odiáis la palabrería.
Talar el alcornoque es vuestro quehacer.
¿Y nosotros?
¿No somos ebanistas?
Transformamos el alcornoque de las cabezas humanas.
Sin duda,
pescar es cosa distinguida.
Sacar la red
y en ellas el pescado.
Pero el trabajo del poeta es más delicado:
pesca a gentes, no a peces.
Enorme trabajo arder ante el horno,
el hierro rojo al rojo templar.
¿Pero quién
nos tilda de holgazanes?
Con la lima de la lengua desbastamos los cerebros.
¿Quién es más –el poeta
o el perito
que
da al hombre el bien material?
Iguales.
El corazón es otro motor.
El alma es otro ingenio.
Somos parejos.
Compañeros, dentro de la masa obrera.
Proletarios de cuerpo y alma.
Sólo juntos
hermoseamos el mundo
y lo impulsaremos con himnos.
Pondremos un dique a los chorros verbales.
¡A la obra!
El trabajo es vivo y nuevo.
Y los oradores ociosos.
¡Al molino!
¡Con los molineros!
A girar las muelas con el torrente de palabras.


viernes, 11 de agosto de 2017

Fragmentos: Lugar del cual no volví

Antes de subir,
la tenue luz 
me mostró su contorno.
Antes de la oscuridad,
escuché risas convirtiéndose
en gritos y fuego.
Algunos con espejismos 
de otras realidades
ocultan lo que son,
otros aprovechan la oscuridad
para finalmente descubrir 
sus trozos de personalidad.
Bajo la última llamarada en el cielo
que mis ojos pudieron ver,
en el mismo camino que muchos,
los destinos podrían disociar
entre sombras de un ayer.


miércoles, 9 de agosto de 2017

La jaula por Alejandra Pizarnik

Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche
y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
                                                                      -Alejandra Pizarnik




viernes, 4 de agosto de 2017

Helios

Porque el peso de la espalda se disipa,
cargando la piedra con la luz 
de la fuerza vitalicia del ser vivo,
mantra cíclico de la vuelta
constante de 365 días.
Eje sobre el que me concentro en girar,
día tras día,
noche tras noche
manteniendo el centro de la cordura.
Volviéndose la vida
numerosas elipses
mientras camino
y me aproximo 
cada vez más 
al polvo de estrellas.


miércoles, 2 de agosto de 2017

Cántico por Donato Ndongo-Bidyogo

Yo no quiero ser poeta
para cantar a África.
Yo no quiero ser poeta
para glosar lo negro.
Yo no quiero ser poeta así.

El poeta no es cantor de bellezas.
El poeta no luce la brillante piel negra.
El poeta, este poeta no tiene voz
para andares ondulantes de hermosas damas
de pelos rizados y caderas redondas.

El poeta llora su tierra
inmensa y pequeña
dura y frágil
luminosa y oscura
rica y pobre.

Este poeta tiene su mano atada
a las cadenas que atan a su gente.
Este poeta no siente nostalgia
de glorias pasadas.
Yo no canto al sexo exultante
que huele a jardín de rosas.
Yo no adoro labios gruesos
que saben a mango fresco.

Yo pienso en la mujer encorvada
bajo su cesto cargado de leña
con un niño chupando la teta vacía.
Yo describo la triste historia
de un mundo poblado de blancos
negros
rojos y
amarillos
que saltan de charca en charca
sin hablarse ni mirarse.

El poeta llora a los muertos
que matan manos negras
en nombre de la Negritud.
Yo canto con mi pueblo
una vida pasada bajo el cacaotero
para que ellos merienden cho-co-la-te.

Si su pueblo está triste,
el poeta está triste.
Yo no soy poeta por voluntad divina.
El poeta es poeta por voluntad humana.

Yo no quiero la poesía
que sólo deleita los oídos de los poetas.
Yo no quiero la poesía
que se lee en noches de vino tinto
y mujeres embelesadas.

Poesía, sí.
Poetas, sí.
Pero que sepan lo que es el hombre
y por qué sufre el hombre
y por qué gime el hombre.


Donato Ndongo-Bidyogo 
Traducción de Elkin Obregón